El
día de la boda, por la tarde, los novios sacaban un gran mazapán,
hecho en casa, y se disputaban en una carrera a la que todos los
mozos podían participar. Lo ganaba uno .... pero .... al final se
lo comían todos con unas buenas jarras de vino.
Todas las casas tenían sus ovejas, se contrataba a un pastor que
las cuidaba por una "paguita" y luego comía "de
corrida" por las casas. Tocaba el cuerno por la mañana y cada
uno echaba sus ovejas y el buen pastor se marchaba con ellas al
monte todo el día. Las ovejas adultas sabían volver a casa por su
instinto, pero cuando se empezaban a echar los corderos pequeños
había que ir a esperarlos, cuando entraba el rebaño, a la entrada
del pueblo; para distinguir de lejos cada vecino pintaba a sus
corderos pequeños del color que quería y donde quería, resultando
un rebaño variopinto en él cual, los primeros días, más de un
cordero era difícil capturar entre todo el rebaño, así los de una
parte aqueda para acá, los de la otra espanta para allá......... ,
era muy simpático y daba lugar a verse toda la gente del pueblo en
las mismas faenas.